Los griegos creían que las estrellas eran pequeños
agujeros por donde los
dioses escuchaban a los hombres. Una frase que le sonaba
rebuscada a sus
oídos que había creído leerla en una revista de rock una
tarde que seguramen-
te con pocas ganas de esperar en la sala del medico la
había agarrado para
leer como afirmando quizás que la angustia del dictamen
del medico le ponía
los pelos de punta.
No iba a contarle a nadie que iba a volver al médico. No quería
preocuparlos.
Para qué? Su vida había transcurrido en una paz que un sauce
que vive a la
orilla del agua solo puede tener y zas, de repente, sin
ninguna explicación
apareció.
Le dijeron que tenía que tomarlo con naturalidad, que no
había nada que en-
tender, que había que vivir igual como si no pasara nada.
Y se resignó.
Ella no sabe si se dirige a las estrellas, ella que es
humana los dioses la escu-
charán aunque no sea griega, ni sepa demasiado sobre los
dioses del Olimpo.
A esta altura del partido no le importaba creer en los
dioses griegos o en cual-
quier otro que se asociara al paganismo.
Ella que se había portado bien durante todo el transcurso
de su vida, que había
ido a misa aun cuando se sentía mal o estaba engripada.
El caso es que consi-
deraba que había hecho todo bien o como se solía decir:
como Dios manda. Y
ahora el mismo Dios que había respetado la estaba
ignorando. La estaba igno-
rando olímpicamente.
Ella no era un fantasma sentada en el colectivo que la
llevaba a Villa Crespo.
Se había puesto la mejor ropa que tenía. Por supuesto de
colores vivos. Ya
tenía que bajarse. Entro al edificio del consultorio del médico y
le abrió la
secretaria con el traje almidonado que fue a sentarse rápidamente
a su es-
critorio.
-El Dr Alvarez Ulloa la está esperando. Pase por favor-le
dijo.
Entró. El médico la recibió con una sonora carcajada que
le pareció adecuada.
-Siéntese, póngase cómoda-le dijo y saco una carpeta del
cajón que supuso
que era la historia clínica.
-Bien, ¿Cómo se encuentra?-le dijo el médico y la miro
con gesto alerta.
-No sé-le dijo y deseo levantarse e irse de allí-De verdad,
no lo sé. Vio la cara
de estupefacción del médico.
-¿Cómo que no sabe cómo se siente?-le pregunto el médico.
-Y sí, a veces me pongo mal porque me doy cuenta de que
estoy perdiendo los
días, y que tampoco puedo volver atrás.
-A veces el miedo nos hace sentir peor de lo que
realmente nos sentimos-se
detuvo y pareció buscar algo en los bolsillos del saco.
- ¡Dios mío! Me parece que me los olvide!. La cara de la
paciente era de asom-
bro.
- Ven, que tengo que explicarte algo.
El médico tomo a la paciente de la mano como una niña y
la llevo a la camilla.
-Dime, ¿Por qué quisiste que te agarrara la
enfermedad?-le pregunto con voz
dulce.
A lo que la paciente contesto con voz de niña:
-Para purificarme.
-¿Para salir de lo oscuro?-pregunto con voz grave el médico.
-Sí-contesto ella bajito.
-Entonces piensa en el cielo, recuéstate sobre alguna
estrella y sueña- le dijo el
médico y desapareció de su vista.
Ella cerró los ojos, se relajo y la primera imagen que
vino a su mente en blanco
fue un esqueleto negro. Sintió dolor y el esqueleto se
transforma en ángel y
vuela por un cielo. El cielo está lleno de nubes, ángeles,
estrellas de mar, pie-
dras de todos los colores, estalactitas, luces y al
fondo, unos ojos borrosos que
contemplan la escena con mirada penetrante y tranquila.
Los ojos borrosos le dicen que es hora de dejar salir lo
oscuro de su ser, inhala
y siente que una nube negra se despide hacia arriba de su
cuerpo y la levedad
entra de golpe al mismo.
Abre los ojos, se incorpora y ve al médico que la observa
tranquilo desde el es-
critorio.
-¿Está mejor?-le pregunta, se levanta y va hasta ella.
-Sí-le contesta ella comprendiendo de pronto que algo le
paso, que no está
igual que cuando entró.
-Es la fe la que permite curar. Hágase los análisis
dentro de tres meses y me
los trae. Pero tenga fe- y añadió levantando una de las
cejas: no estamos en el
mundo para sufrir.
Ella no le contesta y asiente con la cabeza. El médico le
abre la puerta y le dice
que los honorarios ya están contados en el cielo y a ella
le parece lo más nor-
mal del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario