domingo, 21 de enero de 2024

MEMORIAS-ILSA-2024

 ILSA-2024



Pero ni la actitud ni la mirada de Anthony mostraban signos de emoción en su rostro, había permanecido imperturbable como un jugador de pocker que no desea que se le note la jugada. Solo recuerdo que los ojos le centelleaban como la luz del faro encandila un océano bravío y oscuro. Tenía en ese momento en que fue la última vez que lo vi una musculosa blanca, no recuerdo si tenía alguna inscripción en el frente. Pero siempre era preferible olvidar cualquier faceta de él, sin embargo, lo difícil era olvidar sus ojos, y pensar que acaso alguna noche-mentira-la haya mirado como se observa un objeto especial y valorado. No lo había juzgado, en ese tiempo no, y la mayoría de las veces, una y otra vez le daba vueltas, en mi mente. Entonces, quizá del miedo a la decepción jamás se me hubiera ocurrido asistir al bar, pero como mi vida no iba a ninguna parte como si un tren estuviese atado a una vía por alguna misteriosa razón decidí que lo mejor era moverme para que por lo menos le diera ocasión al azar o a la providencia como dirían los católicos de que mi existencia se sacudiera aunque le diera la sensación horrible del sonar de huesos, cuando se mueve una tumba en un cementerio maloliente, puesto que así me sentía como una muerta, pero en vida. Sin embargo, eso sucedió hace mucho tiempo tanto que ni siquiera me reconozco en ese recuerdo, tan diluido en mi mente como lo puede ser una fotografía color sepia. Entonces, todo me importa menos, como si no me doliera la vida o las equivocaciones que una comete porque es tonta y se equivoca como una adolescente tardía o por como dicen algunos, es la vida que te toco, no pudiste hacer más nada que eso, o como diría Lacan es lo que sale. —Entonces—digo sacando el azúcar de la bolsita para ponerle al café—tendré que acostumbrarme a vivir con algunos recuerdos, así como los que se me presentan en el sueño, a veces. Puedo solamente ver a esta mujer blanca, pero bronceada por trabajar de sol a sol en invierno o en verano las manos secas y ásperas como una lija que duerme poco con un ojo abierto para velar por el niño enfermo, salir a la madrugada, cuando aún el sol no despunta para abrir el establo, a veces cae la nieve y esa mujer, cuando no puede dormir se la pasa con la nariz pegada al vidrio de la ventana con la mirada como perdida. Tiene rostro de estar esperando a alguien, se le nota en la mirada, quizá porque esa mirada la conozco demasiado bien es que pienso eso, pero solo la veo en los sueños, debe ser por eso que se me aparecen los instantes de esa mujer a mí que no me gusta dormir, que soy una desvelada tanto como ella, pero a la que le dan pastillas para conciliar el sueño en la noche, es imposible vivir bien sin dormir y entonces, tengo que recurrir a ellas que por lo menos dan descanso, sin embargo, fue con ellas que esa mujer se me presentó. Que sabía yo de vidas pasadas más que alguna que otra lectura en una revista de moda, o esa famosa película de los ochenta con la estrella de Superman en auge y su partenaire una bonita morocha. Todavía no me es fácil pensarlo. Nada más que por pensar que en algún punto esa mujer sería yo misma en otra época, en otro lugar muy diferente a este en el que vivo ahora, solo esa idea me aterra. Lo he soñado, no es más que un sueño, lo sé, en una imagen estaba la mujer posiblemente campesina por lo que se deduce de las ropas viendo con sus ojos como unas tumbas un nombre escrito en un vidrio sucio, la palabra Tonio. Pensé, ¿Cómo es posible que ambas estemos marcadas por un mismo nombre? Pero, sin embargo, este tipo, que se llama Anthony, que a veces tiene cara de zarigüeya en esas fotos que se saca y muestra como si fuera una estrella de cine, como si fuera el Rick de la película nunca volvió a presentarse en esta ciudad lenta y terrible, al menos yo no lo vi andar con paso de turista cruzar la plaza de la estación o cruzar la avenida con nombre de presidente. Pero, está vez, la providencia me tenía reservada una sorpresa. Ese hombre que entró alto y recio llevaba un sobretodo color gris topo cerrado hasta el cuello, las manos en los bolsillos. Lo observé como quien observa una pequeña hormiga que de repente llama la atención. El hombre giro la cabeza como buscando algo o alguien perdido y avanzó con paso dubitativo, lo vi moverse como dando vueltas o como perdido quizá en el tiempo, pero no en su búsqueda. Toco una silla en su trastabillar en el espacio, nadie pareció darse cuenta de su presencia quizá, sea así, que uno cree que es mirado, y no lo es, pensé que no me encontraba allí en ese pub con luces medio apagadas y humo de cigarrillo que se parecía a la serpiente de una cola de cascabel. No, no podía equivocarme en lo que mis ojos estaban viendo, de alguna manera había sido un juego de niños, yo que esperaba con ansias un correo de un remitente con un nombre singular todos los meses durante unos diez meses hasta que deje de escribirle. No sé si alguna vez en el pasado he dado la bienvenida a alguien con tanto deseo en ese mundo de entonces, rojo como una bomba comunista, o como un hilo rojo japonés que hace que se conecten dos personas sin importar tiempo, espacio o circunstancia. Suena demasiado cursi, lo sé. Demasiado cursi para lo que soy yo, capaz que esta vez no se va mas, quizá porque se le terminaron los lugares o el hastío por ver lugares lo llenó. ¿Debía ser él, el muchacho talentoso que se ganaba la vida tocando el saxo en los bares de Europa, en esa región maloliente y llena de ratas como había leído que era Paris, al que había visto solo una vez, hacia añares en un bar? Bar que ya no existía en la actualidad. Yo veía a esa mujer de antaño saludar a Antonio, ese hombre de antes que después de trabajar en el campo se dedicaba a dejar los panfletos bajo las puertas de las casas, algunas veces entraba a los graneros y hablaba con los trabajadores, y venía corriendo a resguardarse bajo el algodón de su pollera. ¿Pero de quién estoy hablando ahora sentada en un bar oscuro como muchos de los que hay en mi pueblo esperando a que ese hombre que se parece a Anthony se digne en hablarme? Pero ahora todo lo no vivido tenía sentido porque entre el humo de cigarrillo de los parroquianos y la música de rock añeja de los ochenta en este presente ya no importa si es Anthony o Antonio el que me mira con su penetrante mirada y sonríe como si nunca hubiésemos estado separados en ese tiempo de tierra lejana ya que ahora las almas se contemplan y se encuentran-o era mi imaginación descompuesta, mi ansiedad que se desencaja como una pieza de puzzle mal puesta que despierta de golpe y me juega una mala pasada?






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